domingo, 13 de abril de 2014

Los Antropófagos

-Soñé que estaba en un lago, nadando bajo el agua sin rumbo alguno. No había peces, ni algas, ni tampoco objeto alguno que se pudiera distinguir allá arriba en la superficie. Solo un halo de luz blanca iluminaba el vacío que me rodeaba en lo profundo. Para colmar el asunto, la temperatura del agua se asemejaba a la de mi cuerpo, así que la sensación de estar inerte aunque me encontrara en movimiento me predisponía a pensar que flotaba en la nada misma. Poco a poco me iba quedando sin aire. No había forma de que sobreviviera y tampoco tenía una motivación para estar vivo. De repente había aparecido ahí y lo único que sabía desde el principio de todo el asunto era que iba a morir. Sin embargo no sentía miedo, por el contrario, lo que me invadía era un estado de calma muy grande.

   Tras decir esto, hizo una breve pausa en su relato. Extendió su mano hacia la mesa donde había dejado un cigarrillo y se predispuso a fumar. Retuvo el humo unos instantes mientras miraba hacia el techo. Parecía buscar, en ese ínterin, las palabras adecuadas que dieran cierre perfecto a su relato. Al haber expulsado todo el humo de su sistema, continúo hablando.

-Sin lugar a dudas morí. Es muy gracioso lo que me paso al despertarme…pero no es lo importante, ni lo que quiero contar. El asunto es que no podía dejar de pensar en el significado del sueño. Bien podría tratarse de la representación de una etapa prenatal o un retrato de la muerte misma, pero lo que pensé fue que se trataba de la idealización de la vida. Alguien una vez me dijo, "a veces somos tantas personas en una, que terminamos olvidando quienes somos realmente. La furia de los días nos obliga a saltearnos de nuestras verdaderas metas. Es como si el presente nos avasallara con sus condiciones, así que hacemos una tregua con nosotros mismos de olvidar el pasado y resignar el futuro para, de esta forma, poder sobrellevar nuestras vidas de la mejor manera posible". Me convencí después de esto que el mensaje era muy claro. Cuando sienta en mis días otra vez la sensación que me cubría en el sueño, voy a saber que estoy haciendo las cosas bien. Mientras no olvide quien soy, ni lo que quiero, el caos que hace la vida no va a afectarme.
 
   Cuando acabó de decir esto, él volvió a fumar. Quedo en silencio un rato, como a la espera de algún tipo de comentario. Ella se dio cuenta de esto, así que limpio la comisura de sus labios, antes impregnados de sangre, y se predispuso a hablar.

-¿Cómo sabias que era un lago? Por lo que me describís parecía más el espacio y ahí también se flota- Dijo en tono burlón, sin apartar la vista del corte de carne que había hecho con sus dientes. 

-Supongo que sí. No es un mal razonamiento. Pero me gusto más pensar que se trataba de un lago. Pone en mejor contexto a la historia, ¿no?
 
   Ella siguió comiendo. Tras cada pequeña mordida apartaba la piel de la carne con sus dedos y lamia la sangre que de la incisión brotaba. Lo hacía con tal cuidado y gentileza que le restaba espectacularidad a la escena que se presentaba. Su devoción por la antropofagia había aumentado en el último tiempo, comía hasta saciarse y encontraba un gran placer en ello. Él, por el contrario, se vio cada vez más desinteresado en este asunto (aun cuando fuera él quien lo propuso como ritual tras cada vez que hicieran el amor) y últimamente solo se dedicaba a fumar y a observar cómo era devorado. No sentía nada en lo absoluto, ni dolor, o placer. Solo la curiosidad le venía en gracia, "¿cuánto tiempo le llevará hacerme desaparecer?" era lo que pensaba a menudo.

   Usaban un tipo de droga que ayudaba a liberar una gran cantidad de dopamina. La fuerte asociación entre este hecho y el daño causado a sus cuerpos les quito poco a poco el trauma del dolor y aprendieron a disfrutar del castigo que se infringían. Todo convenio moral era esquivo, toda lógica estaba ausente. No había promesas por cumplir, ni mañanas que inspiraran levantarse. El futuro no estaba en sus planes.

-Linda, ¿podrías abrir un poco la ventana? Siento que el aire se está empezando a viciar.
 
   Tardo un tiempo en levantarse del suelo, el efecto del sedante conspiraba contra sus movimientos. Al conseguirlo, empleo la silla del escritorio como soporte para lograr el equilibrio perdido por la falta de motricidad de una de sus piernas descarnadas, se arrastró con la misma hacia donde estaba la ventana y tras abrirla corrió también un poco las cortinas. La luz se hizo presente en el ambiente y expuso la realidad en que ambos vivían. Un  rincón con sábanas y toallas completamentente ensangrentadas, cenizas rebalsando un cenicero, humo y más humo.

    Él estaba sentado sobre la cama. Difícilmente se podría decir que era un ser humano dado las numerosas cicatrices y amputaciones sufridas. Cuando ella se acercó y le pidió el cigarro que contenía la droga, inmediatamente supo que era su turno para alimentarse. Le extendió el brazo como señal y guiño un ojo para confirmar el hecho. Él la miro a los ojos y con una sonrisa que parecía encubrir toda su tristeza acumulada, negó la oferta con un movimiento sutil de cabeza.
 
   Ella lo miro sorprendida, era la primera vez que se negaba a comer. Pensó en cómo había dado comienzo toda aquella situación. En la sensación de soledad que varias veces habían experimentado estando juntos y de cómo la necesidad insana por prevalecer los había arrastrado a devorarse entre sí, pensando que así podrían hallar una forma de complementarse mejor. Los reclamos constantes, las diferencias de opinión, los maltratos verbales; todo había desaparecido con la antropofagia.

  Tras un largo silencio, en el que ella fumaba mientras él la miraba con la vista perdida, fue el motor de un avión volando bajo lo que los hizo regresar al mundo del sonido.

-¿Y qué paso cuando te despertaste?- Pregunto ella de repente, ante el temor de ser devorada nuevamente por ese silencio que los conducía a la nada.
  
   Él volvió a mirarla a los ojos. El sol exponia a la luz su rostro deformado y la tonalidad de sus ojos cobro más intensidad. Un brillo que le confería nuevamente una vida. Ella tuvo por un momento la impresión de estar con otra persona. 

-Ah, eso. Bueno, cuando me desperté me dio sed

   Fue lo ultimo que le dijo. Sonrió al hacerlo, ella le devolvió el gesto, pero ninguno de los dos se echó a reír. Desnudos, en aquella habitación cubierta por el humo, se perdieron nuevamente en el silencio. Sus cicatrices serian el único vestigio de que alguna vez se habían relacionado.

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